Mi abuela materna

Con motivo del día de la madre, reflexionaba en la figura de la abuela materna, alguien de quién no tengo imagen o recuerdos debido a su corta vida, falleció cuando mi madre tenía solamente 6 añitos. Pensaba en qué nos transmitía su linaje. Así que me permití, por primera vez, meditar en ella; en el regalo de vida que nos dio dando a luz a seis maravillosos hijos. Y me preguntaba, ¿qué más hay en su legado? ¿Qué podemos aprender y recibir de ella? Aunque aún no lo descubro, Dios me dio una palabra y susurró a mi oido, su nombre, Prudencia.

Y pensé, ¡guau! Nunca he reflexionado sobre la virtud de su nombre, tal vez en el se encuentra su legado, en aprender a ser personas prudentes.

Pero ¿qué significa la prudencia?

La prudencia es una virtud fundamental. Cuando le decimos a alguien que sea prudente lo estamos invitando a evitar acciones audaces, a evitar riesgos y a manejarse de manera conservadora para no equivocarse. La prudencia proviene del verbo “provideo”, que significa ver de lejos o prever.

Por definición ser prudentes es tener la capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Moralmente, consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia.

Definitivamente Dios es perfecto en su tiempo y con este momento ¡ajá! he entendido que sus tesoros están ahí y podemos verlos, sí y solo cuándo nos disponemos a entender y valorar a las personas y las experiencias que nos unen a ellas. El regalo se recibe cuando disponemos nuestro corazón a recibir lo que nos pueden dar y no lo que esperamos que nos den. Así que en honor a mi abuela materna, mi abuela Prudencia, recibo con amor lo que el significado de su nombre me quiere enseñar y así ejercitar la virtud de ser prudente, procesando más mis pensamientos y prejuicios antes de hablar, actuar, decidir o reaccionar.

Con amor y agradecimiento,

-Luisa