En abril se cumplirá un año desde que me uní a las reuniones del Círculo de Mujeres Winnipeg. Fui porque me dijeron que estaba muy bien organizado y que los temas eran abordados con profesionalismo para acompañar a las mujeres en su etapa de adaptación durante el proceso migratorio. Y fue con esa información que decidí invitar a una amiga que recién se incorporaba a la vida en Winnipeg. Lo que no imaginaba es que al llegar yo me llevaría el mayor regalo.
Recuerdo ese día muy claramente, me sentía nerviosa pues tras la pandemia y el trabajo en casa, no hacía mucho networking, ni salía de “mi burbuja” más que por invitaciones o eventos de personas familiares a mi entorno. Ya durante la pandemia y en la post pandemia formé parte de un grupo hermoso de mujeres de fé que nos reuníamos a orar, a estudiar la biblia y compartir nuestra fé por Zoom, eran reuniones diarias al principio, luego un par de veces por semana y en el último año, una vez por semana. Fue un espacio enriquecedor y de mucho crecimiento espiritual que duró tres años, pero a su vez un espacio seguro debido a que conocía a todas las damas que lo formaban y compartimos principios en común. Esto del Circulo de Mujeres, era un enigma. Un espacio que me sacaría de mi zona de confort y me llevaría a conocer lindas mujeres que comparten experiencias comunes hilvanadas todas por la decisión de dejar toda una vida en sus países e inmigrar a Canadá. Algunas solteras, otras casadas, madres, en todos los casos profesionales, emprendedoras, soñadoras y muy valientes. Ese mismo hilo me unía a las otras damas del grupo de oración, un grupo también hispano. Junto a todas ellas empecé a recordar y a documentar mis procesos y los de mi familia.
Ese primer encuentro en el Círculo de Mujeres me ayudó a expresar con palabras lo que fue contar con padrinos canadienses y amigos que nos tomaron de la mano para navegar este territorio que 31 años después llamamos casa.
Habrá tiempo y espacio para irles contando como nuestra líder y terapeuta, Vero Barros de manera amable y respetuosa, nos ayuda a desempacar todas aquellas cosas que llevamos dentro, las cosas que nos forman pero no por ello tienen que definirnos. Aprendemos de cada una a través de escuchar sin juicio y disponernos a compartir. Este, aunque desconocido, también es un espacio seguro para conversar, conectar, aprender, compartir el antes y después de nuestra llegada a este querido Winnipeg. Es un abrazo de hermandad, imparcialidad y apoyo mutuo. Las invito a asistir y también a seguir nuestro blog, el cual está diseñado para llegar a quienes no pueden acompañarnos presencialmente o para quienes quieren enviarnos su comentarios, perspectivas y experiencias.
Gracias a Wale Wilson por la idea excepcional de formar este espacio. Gracias a la Asociación Ecuatoriana de Manitoba por formalizar la idea. Y especialmente gracias Anie y Vero por mantenerlo, liderarlo e invitarme a plasmar con palabras lo ahí aprendido.
Con gratitud,
Luisa
Leave a Reply